En nuestro artículo publicado en octubre, actualmente aún en proceso de revisión por pares, ya comenzaba a quedar claro que quizá, en términos de evitar el máximo de fallecimientos por COVID-19, la vacunación de la población general priorizando por criterios de mortalidad por edades, a pesar de parecer lo más evidente, podría no sólo no serlo, sino que ser incluso peor que no priorizar y simplemente vacunar a todos por igual.
Aplicado el modelo a diversos escenarios, para valores distintos de eficacias de vacunación, niveles de cobertura o aceptación por la población e incluso para diversos niveles de comportamiento de la población respecto a medidas de protección personal y actitudes, nuestros resultados apuntan todos en la misma dirección.
Nuestros resultados indican, de forma inequívoca, que la vacunación prioritaria a los grupos de población con más interacciones podría lograr, en un país como España, reducciones de decenas de miles de fallecimientos totales frente a si se vacuna prioritariamente por criterios de alta mortalidad (edad) en la población general. No somos además los únicos, un estudio similar para vacunación de gripe en escenarios de escasez de vacuna concluía en 2009 que resultaba más eficaz la vacunación de niños y jóvenes, por ser los grandes contagiadores de la gripe, antes que a los ancianos, sus principales víctimas (Medlock and Galvani, 2009). Esta semana pasada Bloomberg se hizo eco de nuestro trabajo y en un muy interesante artículo lo explican brillantemente.
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