Con sus estudios sobre el fago Phi29, la científica ha sido una figura clave de la biología molecular en España

Gracias a sus aportaciones a la lengua española,  Margarita ingresó como miembro de la RAE en el año 2003

“Un país sin investigación es un país sin desarrollo”: esta cita de Margarita Salas resume el compromiso con la ciencia de una de las científicas pioneras en el desarrollo de la biología molecular en España.

Margarita realizó aportaciones clave para conocer el funcionamiento del ADN gracias a sus estudios sobre el fago Phi29 en los laboratorios de Nueva York del premio Nobel de Medicina Severo Ochoa. Su corta cadena de ADN, de tan solo 20 genes, lo convierte en un modelo ideal para estudiar cómo los virus bacterianos infectan y se reproducen en el interior de una bacteria, al amplificar de manera sencilla, rápida y fiable el material genético. A partir de cantidades mínimas, este fago puede realizar millones de copias utilizadas en análisis genéticos, medicina forense o estudios arqueológicos.

Las investigaciones de Margarita junto a su marido Eladio Viñuela, químico y biólogo molecular, han permitido conocer mejor cómo se expresa en forma de proteínas la información contenida en el ADN, así como la manera en que estas proteínas se relacionan entre sí, dando lugar a los virus. Tras desarrollar sus investigaciones sobre el fago, Margarita y Eladio patentaron esta ADN polimerasa, convirtiéndola, hasta su fecha de expiración en 2009, en la patente que más regalías había aportado al CSIC hasta la fecha.

Junto a sus investigaciones en laboratorios científicos, Margarita fue profesora de Genética Molecular en la Universidad Complutense de Madrid durante 23 años, presidenta de la Sociedad Española de Bioquímica, del Instituto de Biología Molecular del CSIC, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y la Fundación Severo Ochoa, y miembro del Instituto Pasteur, entre otros. En 2007 logró otro hito: convertirse en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Fuera del entorno científico, Margarita desarrolló importantes investigaciones en torno al lenguaje, vinculando las ciencias y las letras y articulando un discurso paralelo entre la genética y el lenguaje, las letras del alfabeto y los nucleótidos. Su aportación a la lengua española hizo que, en el año 2003, pasara a formar parte de la Real Academia Española como miembro de la comisión de vocabulario científico. Un nombre para recordar tanto en la historia de la ciencia como en el de la lengua española.

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