La investigadora gallega Sonia Villapol advierte de que hay más de 50 efectos persistentes causados por el coronavirus

Sonia Villapol, en su laboratorio en Houston

Sonia Villapol (Bretoña, Lugo, 43 años) trabaja en el Texas Medical Center de Houston, donde es investigadora principal y profesora en el Center for Neuroregeneration en el Methodist Hospital Research Institute. Allí, esta neurocientífica licenciada en Biología Molecular y Biotecnología tiene su laboratorio centrado en buscar nuevos tratamientos para el daño cerebral y abrir la puerta a terapias alternativas que recuperen el cerebro dañado y reduzcan la respuesta inflamatoria y su afectación en el resto de órganos. Desde hace un año es parte del Equipo de Investigación Internacional de COVID-19 (COV-irt.org) que analiza cómo afecta el coronavirus a la cabeza.

Pregunta. ¿Cuándo supo que el virus iba a afectar a nuestro cerebro?

Respuesta. Cuando supe cuál era la vía de entrada del virus a las células, a través de los receptores de la angiotensina. Estos receptores para la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2) son la vía de anclaje del virus, por eso desde el principio ya supimos que esto iba a afectar neurológicamente.

P. ¿Qué son los receptores de angiotesina?

R. Son los receptores del sistema más importante en la regulación de la presión arterial.

P. Y en ellos se ancla el virus.

R. Este virus tiene unas espigas que se enganchan a estos receptores ACE2 que están en las células humanas funcionando como llave. Y hay receptores en todas partes de nuestro cuerpo. En todos los órganos con mayor o menor proporción: pulmones, intestinos, corazón, cerebro. Y naturalmente también en las neuronas. Pone la piel de gallina cuando lo piensas. Fue un shock cuando vimos que esto iba a suponer un problema neurológico, como muchas enfermedades inflamatorias.

P. Si la carga vírica es especialmente virulenta, no hay órgano a salvo.

R. Todas las células del cuerpo son susceptibles de ser dañadas. En el cerebro no tanto, porque las neuronas no tienen muchos de estos receptores.

P. ¿Pero?

R. Esta enfermedad es básicamente una enfermedad inflamatoria y cardiovascular. Las células de los vasos sanguíneos tienen estos receptores de anclaje. Y es una enfermedad multisistémica porque afecta a todos los órganos, básicamente por la inflamación que se desencadena. Hace un año no se sabía casi nada. Ahora nosotros trabajamos en la investigación del cerebro-microbiota y cerebro-intestino, y descubrimos que la covid-19 tiene un papel muy importante porque hay cambios de la microbiota asociados con la inflamación al principio de la enfermedad. Intentamos identificar bacterias que puedan ser predictoras de la severidad, y cómo va a evolucionar la covid a largo plazo.

P. ¿Qué son esos predictores?

R. La microbiota es nuestra flora intestinal. Son bacterias. Dependiendo de la diversidad de tu microbiota estás más saludable o no. Está muy asociada con enfermedades, incluso con enfermedades del sistema nervioso. La covid tiene una fase muy inflamatoria que hace que cambie la microbiota y, dependiendo de las bacterias que sobreviven y las que no, podemos predecir, más o menos, cómo se desarrollará la enfermedad.

P. La flora es un indicador de nuestra salud futura.

R. Exacto. Con muchas enfermedades existe una relación directa. Por ejemplo, hicimos un estudio sobre los jugadores de fútbol americano. No existen biomarcadores para las contusiones cerebrales, y estos chicos se llevan golpes durante toda la temporada, pero en los escáneres del cerebro les sale todo perfecto. Nosotros lo que hicimos fue identificar cambios en la microbiota después de un golpe en la cabeza.

P. Y existe.

R. Y existe. Se puede asociar cuando hay una contusión o una lesión cerebral. Puedes no ver nada en un escáner cerebral, no hay biomarcadores en sangre o no son suficientemente sensibles, pero hay cambios en la flora bacteriana.

P. Los daños causados por los golpes en estas personas pueden predecirse a partir de los cambios en su microbiota.

R. Sí, puede ser un biomarcador de la severidad del daño. Se le puede detectar en una persona la inflamación a ese nivel y realizar distintos tipos de rehabilitación. Por ejemplo, en el fútbol americano, con ese daño tan continuado, se recomendaría que tomaran un descanso hasta que disminuya esta inflamación. Eso o algún tipo de tratamiento, como administrar un probiótico que pueda sustituir esta flora bacteriana que se alteró.

P. Esa es la idea a nivel terapéutico, pero sobre todo es una aplicación para el diagnóstico.

R. Acaba de salir un estudio de Inglaterra en jugadores de rugby donde se detectaron cambios en ARN de la saliva tras una contusión. Aún así es muy difícil diagnosticar a alguien que ha sufrido golpes repetidos en la cabeza, sobre todo practicando deportes de contacto. Estos golpes en la cabeza están muy relacionados, sobre todo ya en la cincuentena, cuando los exjugadores tienen episodios de depresión, ansiedad, cometen actos violentos, se suicidan, desarrollan párkinson o alzhéimer precoz… Y eso se debe a la acumulación de inflamación crónica que nunca se limpia del sistema ni se detecta cuando están jugando. El cerebro se ve normal porque no hay buenos marcadores de estas lesiones cerebrales. Nuestro trabajo es encontrarlos en el intestino.Las vacunas de ARN se hicieron con nanopartículas y en nuestro laboratorio las utilizamos para proteger al cerebro y administrarle tratamientos antiinflamatorios, protegerlo de estos daños y hacer que se recupere más rápido

P. ¿Cuál es la conexión entre la microbiota y el cerebro?

R. Hay varias vías. En los intestinos hay unos 500 millones de neuronas que forman el sistema nervioso entérico. Estas neuronas conectan con el nervio vago, que a su vez conecta los órganos periféricos con el cerebro. Hay una conexión nerviosa muy rápida; los cambios de inflamación en la barriga o en los intestinos van directamente al sistema nervioso. Luego hay otra vía más lenta, la de los metabolitos y neurotransmisores, estas sustancias que estas bacterias segregan a la sangre y también envian señales al cerebro.

P. Su laboratorio trabaja sobre esto.

R. Es uno de nuestros principales campos de trabajo. Hay otros relacionados con las vacunas, o con lo que llamamos drug delivery, entrega de medicamentos. Las vacunas de ARN se hicieron con nanopartículas y en nuestro laboratorio las utilizamos para proteger al cerebro y administrarle tratamientos antiinflamatorios, protegerlo de estos daños y hacer que se recupere más rápido.

P. Es un avance.

R. El problema de los daños cerebrales es que los medicamentos no llegan a donde tienen que llegar, porque no hay buenos vectores. Uno de los éxitos de este año pandémico es que estas nanopartículas consiguen que las vacunas lleguen a las células-diana eficazmente y no haya rechazo del organismo. Aprendiendo de estos mecanismos de entrega de medicamentos mediante nanopartículas estamos realizando estudios para tratar el cerebro.

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